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LA NACION - 30 de Noviembre, 2001
Para Repavimentar las Rodillas
Daniel E. Arias

La repuestería para el cuerpo humano conquistó otro tejido difícil: el cartílago hialino de las articulaciones muy móviles. Expertos del Hospital Alemán, del Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento, así como la firma biotecnológica argentina CellPrep, se aprestan a inaugurar en la Argentina una técnica quirúrgica sueca llamada ACT, o trasplante autólogo de condrocitos, apoyada sobre una estadística mundial de 700 casos, y una tasa de éxito que supera rutinariamente el 90%. Y la articulación elegida es la rodilla.

No por nada. La bipedestación tiene costos muy altos para esta articulación humana, que soporta cargas como no las conocen los cuadrúpedos. Por eso las patologías locales por lesión de cartílago son comunes, entre ellas la osteocondritis disecante de los adolescentes, así como los traumas articulares de los deportistas. La pérdida de cartílago en estos casos afecta generalmente el hueso "flotante" llamado rótula o los cóndilos, esas dos grandes "bochas" que rematan el fémur, y que se deslizan sobre dos cavidades en la tibia llamadas "platillos".

El tapiz que recubre estas superficies no es un tejido común: su compleja arquitectura de fibras de colágeno II y su composición citoquímica le otorgan prestaciones extremas. Por una parte, para el deslizamiento con bajo roce de un pedaleo en bicicleta, el hialino es suave y duro como una porcelana; pero ante los impactos y sobrecargas de un partido de básket parece elástico como el caucho: absorbe o expulsa agua en tiempo real para impedir daños óseos.

Perder ese tejido ha sido, hasta ahora, una tragedia personal y un lento viaje de ida hacia la artrosis. Sin irrigación sanguínea, el potencial autorreparatorio del hialino es ínfimo, por lo que sus lesiones tienden más a empeorar que a curar. Y donde falta el hialino, el fémur y la tibia terminan "lijándose" entre sí, hueso contra hueso, hasta esa destrucción morfológica de las superficies llamada artrosis, fuente de inflamación, rigidez, dolor e incapacidad. Justamente lo que se propone prevenir la ACT.

Una operación de dos tiempos

"El procedimiento operatorio es doble", explica el traumatólogo Martín Morhac, del Hospital Alemán: "Primero hay una artroscopía, una cirugía a rodilla cerrada con incisiones mínimas, cuando se quitan dos tarugos de hueso con cartílago de unos 4 milímetros de diámetro de algún lugar sano pero no funcional de la articulación".

"Esos condrocitos son luego cultivados `in vitro' en un medio absolutamente estéril, un laboratorio con `salas limpias', aire filtrado y normas de trabajo ISO 9002 para impedir contaminaciones de bacterias, micoplasmas u hongos", añade su colega Guillermo Aldazábal, del Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento. "En ese sitio que parece una fábrica de microchips, con personal trajeado de astronauta, se estimula la reproducción de los condrocitos hasta tener entre 2 y 5 millones de células; proceso que puede insumir dos o tres semanas".

Cuando ya se tiene listo este transplante, se lleva nuevamente al paciente a quirófano, pero esta vez para una operación a rodilla abierta. Se pule la lesión y se la rellena con el transplante, que es un líquido.
¿Cómo se hace entonces para que los condrocitos permanezcan sobre la lesión, en lugar de flotar libre e inútilmente adentro de la articulación? "Por ahora, el procedimiento estándar es tomar un poco de periósteo, la membrana que recubre los huesos, de un sitio cercano. Se lo cose como una tapa impermeable sobre la lesión ya pulida, y luego se rellena ese bolsillo artificial con los condrocitos", concuerdan los traumatólogos argentinos citados.
¿Qué pasa a continuación? "Los condrocitos embolsados anidan en la lesión, la colonizan y terminan formando cartílago hialino. No hay rechazo, porque ésto es un autotransplante", contesta en teleconferencia con La Nación el doctor Gregor Schulz, de la Universidad de Freiburg, en Alemania, uno de los "templos" mundiales de la ACT.

La pregunta del millón de dólares es si este "recauchutaje" biotecnológico tiene la misma calidad del cartílago original, y la contesta el doctor Matthias Steinwachs, colega de Schulz en Freiburg: "Prácticamente sí. El cartílago hialino original tiene una dureza de 3,0 unidades Dalton, mientras el regenerado por ACT llega a los 2,7 Dalton". Con otras técnicas, se llegaba a regenerar "fibrocartílago", un recubrimiento menos liso o durable, de apenas 1,4 Dalton de dureza. Aldazábal es más gráfico: "Lo de antes era tomar un bache y reempedrarlo con adoquines. Ahora aspiramos a pavimentarlo con granito pulido". ¿Y qué significa ésto para el paciente joven? Seguir caminando, bailando, trabajando y haciendo deportes tal vez sin llegar a la artrosis. Nada más y nada menos.

La última pregunta es por qué esta operación llega a la Argentina casi 16 años después de haber sido inventada en Suecia y testeada exitosamente en seis países más. Aldazábal es taxativo: "El problema era no tener un laboratorio argentino capaz de cultivar tejidos humanos". "Ahora somos el primer país latinoamericano que puede hacer ACT sin tener que cultivar condrocitos en los Estados Unidos, que sería carísimo. Cuando las prepagas y obras sociales acepten esta operación, va a hacerse sumamente común", cierra Morhac.

Limitaciones Presentes, Soluciones Futuras

Hay rodillas y situaciones que no califican para la ACT, o reparación de cartílago articular. Se suele buscar pacientes jóvenes, de 50 años o menos, porque tienen una mejor capacidad de regeneración de tejidos. El candidato ideal, según la página web de la AAOS (American Academy of Orthopaedic Surgeons) tiene una rodilla estable, alineada, sin movimientos patológicos, y una abrasión del cartílago hialino puntual y mayor de 2 centímetros cuadrados (porque hay otras técnicas para lesiones chicas), pero menor de 16 centímetros cuadrados (porque debe haber al menos una corona de tejido sano alrededor del sitio afectado). Se busca ausencia de enfermedades autoinmunes como ósteoartritis, o de problemas metabólicos, infectológicos o cáncer.

Las ventajas de la ACT respecto de abordajes anteriores son claras: la rodilla vuelve a tapizarse de cartílago hialino legítimo y durable. Las desventajas también son evidentes: hay dos operaciones en lugar de una, y una agresión quirúrgica importante en la segunda operación, que es a cielo abierto, y en la cual se causa una lesión adicional al extraer periósteo para "embolsar" el transplante cultivado.

Según Matthias Steinwachs y Gregor Schulz, de la Universidad de Freiburg, el futuro eliminará todos estos incovenientes. "La artroscopía preliminar para conseguir condrocitos cederá paso a una mucho más sencilla punción de médula ósea, y de este líquido se sacarán células madre mesenquimáticas, precursoras de los condrocitos. La operación a cielo abierto con el tiempo se transformará en una más benigna artroscopía, y por último el autotransplante de periósteo será reemplazado por el uso de membranas quirúrgicas de colágeno".

 
 
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